Paz y Bien.

“No soporto a la gente informal, nena”. Esta frase la he dicho yo muchas veces a lo largo de mi vida. Me ponía de los nervios cuando alguien quedaba conmigo y luego lo cancelaba, cuando me daban una cita y luego la anulaban, cuando alguien me decía que me iba a ayudar en algo y luego me decía que no podía. Podría decir muchas otras situaciones en las que me veía a mí misma diciendo: “es que no soporto a la gente informal”.

Recuerdo una cita que pedí para hacerme las uñas. Cogí esa cita con 3 semanas de antelación y era para las 11h de la mañana. Ese mismo día me enviaron un mensaje diciéndome que no podía ser a las 11h, que me la pasaban a las 17h. Tuve que cambiar unas cosas que tenía que hacer para poder estar a las 17h. Pero, a última hora de la mañana, me escribieron para decirme que a las 17h tampoco; que se habían equivocado, que pasaba a las 18h. Me puse de los nervios y empecé a decir: es que así va el país. La gente es súper informal. Encima que les dejo mi dinero, me cambian la cita 3 veces a última hora. Como si yo no tuviera nada mejor que hacer. Qué mal todo! La gente no cumple lo que dice.

Y ocurrió. Me dije a mí misma en una bendita autoconversación: uyyy, Virginia, te estás poniendo muy dramática con este tema de la informalidad de la gente. Te estás cabreando por momentos (y, cuando te cabreas, te salen arruguitas). Le estás poniendo demasiada emoción para ser algo externo a ti. ¿No será que esa informalidad de otras personas, ese decir que van a hacer algo y luego no lo hacen o ese cambiar de fechas y horas, que tanto te molesta en los demás, realmente te está pasando para que tú veas algo de ti?

Y entonces vi que detrás de esas situaciones (bastante repetidas, por cierto) de cambios, anulaciones, etc, se mostraba un crecimiento personal para mí misma. Es decir, al verme a mí misma alterada, enfadada y criticando a los que me habían hecho los cambios sin parar, tomé conciencia de que tanta emoción y crítica me estaba mostrando un espejo sobre mí.

En ese momento paré, me olvidé de los que me habían estado cancelando, cambiando horas, fechas…, miré dentro de mí y me pregunté: ¿en qué momentos o situaciones de tu vida has sido una informal? ¿en qué momentos o situaciones de tu vida has dicho que ibas a hacer algo y luego no los has hecho? ¿o has puesto fecha y hora para hacer algo y luego te has dicho a ti misma: “ahora paso. Luego lo haré”?

Y empezaron a venirme situaciones en las que yo me había comprometido en algo y luego lo había cancelado, momentos en los que quería haber empezado una dieta más sana y pasaban los días y no la empezaba o, si la empezaba, no la seguía. Momentos en los que me había dicho: “de mañana no pasa que vas todos los días al gimnasio”, y luego, por cualquier tontería, acababa sin ir.

Y así, sin más, me olvidé de las cancelaciones y cambios que tanto me habían molestado que me hicieran los demás, y me centré en aprender que mi palabra es importante, no sólo de cara a los demás sino de cara a mí misma. Aprendí que la vida me traía constantemente informalidades de los demás, no para fastidiarme y que yo me fuera alterando y criticando a otras personas, sino para que fueran un espejito de mis informalidades. Para que tomara conciencia de cuántas veces yo había faltado a mi palabra, a mi compromiso de decir que iba a hacer algo y luego hacerlo sin más, al respeto por mis decisiones, a ser formal y pensar, sentir, decir y hacer lo que me había dicho a mí misma que iba a hacer: dieta sana, deporte, no criticar, ver la parte positiva de las cosas, dejar de fumar, …

Una vez más di gracias al crecimiento personal por darme luz y darme la capacidad de comprender que lo que me molesta mucho de los demás, aquello a lo que le pongo una emoción importante, es, simplemente, un espejito mágico que me muestra, a través de los demás, aquello que yo he de cambiar en mí misma. La pregunta es sencilla: ¿qué hay en tí que yo no veo en mí pero que es mío? Dímelo espejito. Esta simple pregunta te ahorrará mucho malestar, mucha crítica a los demás y mucha amargura porque cuando veas el reflejo del espejito en ti, simplemente te centrarás en tu persona para cambiar en ti aquello que tanto te molesta de los demás.

Desde que soy más formal con mis propias decisiones, ya, casi nunca, me cancelan nada. Qué curioso esto del crecimiento personal.

Gracias por leerme. Y recuerda: Ámate y Cambia.