Cuando escucho hablar sobre crecimiento personal, oigo algunos clichés con creencias negativas o, incluso, despectivas como “eso es para gente  que tiene mucho tiempo libre y se aburre”, “eso es para deprimidos”, “eso es para los que no saben ni por dónde tirar”, etc… O incluso creencias sobre uno mismo como: “ufff, qué pereza”, “es que yo soy así y a mí nadie me va a cambiar”, “total, a estas alturas”, etc…

El crecimiento personal no conlleva que, de repente, tu vida se ilumina y ves todos tus problemas, conflictos, rabietas, lloros, metidas de pata y te dices: “ah, era eso!!!” Todo de golpe! Sin anestesia. Sería imposible gestionar tanta información sobre nuestros errores. Sería una sobredosis, un sincericidio. No tendría sentido. Sería como pasar de vivir una vida triste, monótona, con los mismos tipos de conflictos una y otra vez, con el mismo perfil de parejas, con los mismos problemas, con la misma sensación de carencia y de lucha, etc… a, de pronto, en un abrir y cerrar de ojos, pasar a vivir una vida consciente de tus miedos, de tus patrones, de tus incongruencias, y te darías cuenta de que ya no podrías responsabilizar a otros de lo que te pasa, de lo que piensas, sientes o haces, sino solo a ti mismo/a. Y todo esto de golpe.

El crecimiento personal es la leche. Y nunca mejor dicho porque mi crecimiento personal comenzó en una cafetería. Yo solía pedir DESCAFEINADO de SOBRE con leche pero, muchas veces, en diferentes cafeterías, me servían café con leche de MÁQUINA y CON CAFEÍNA. Pero me entraba el patrón (hablaremos de patrones en un post) de “para qué discutir”, “total, qué más da”, “vamos a tener la fiesta en paz”, etc… Esto hacía que me callara y me tomara el café con leche de máquina y con cafeína, aún a sabiendas que luego estaría nerviosa por el efecto de la cafeína.

Esto me pasaba recurrentemente pero no me paraba a pensar por qué. Hasta que un día me vi en una cafetería de la calle Colón en Valencia, exactamente reviviendo la misma situación: yo pidiendo un DESCAFEINADO de SOBRE con leche y, la persona de turno traerme un café con leche de MÁQUINA y CON CAFEÍNA. Y en ese momento me dije a mí misma: ¿en serio vas a seguir con esto de, por no decir lo que quieres y lo que piensas, callarte y tomarte el jodido café con leche máquina y cafeínaaaaa???

Y, con toda la educación del mundo (eso sí, que si no me hubiese dado un patatús) le dije a la persona: perdona, he pedido de sobre.

Dios, qué sudada cogí!!! Y mi vocecita me decía: pero chica, ¿sería preciso abrir la boca? Pues te tomas el que lleva cafeína por un tubo y ya está! Y te callas. (Le dedicaremos un post a la vocecita)

Ahí entendí las resistencias (en otro post hablaremos de ellas) y claro, llegó una. La persona de la cafetería me dijo: no, me lo ha pedido de máquina.

Y ahí ya mi vocecita me dijo: la estás liando parda. Esto a va a acabar en una discusión. Cállate de una vez.

Pero por otra parte, escuché: sabes que lo has pedido de sobre y esto no es la primera, ni segunda, ni  décima vez que te pasa. Empieza a decir lo que quieres de verdad porque nadie va a hacerlo por ti.

Y entonces, cogí y dije: no , lo siento pero sé que lo he pedido  de sobre.

Y, ¿sabéis qué? que va y me dice: ah, vale. Ahora se lo cambio.

Oleeee, qué alegría!!! Y esa tontería me hizo entender que el crecimiento personal es poder aprender a decir de manera asertiva y sin miedo al qué dirán, o al conflicto, o al juicio, etc…, poder decir lo quieres, lo que piensas, lo que sientes, y también lo que no quieres.

Ese descafeinado de sobre, algo tan tonto, tan sencillo, me abrió las puertas a mi crecimiento personal.

Gracias por leerme.

Ámate y Cambia by Virginia Gandia